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Biblioteca Islámica

Cine árabe (III): Siria, Líbano, Palestina e Irak


Texto escrito por Rachid El Hour y Virginia Vázquez


Rachid el Hour es usuario de la biblioteca desde hace muchos años, además de profesor de la Universidad de Salamanca. Cuando realizó su Proyecto de Innovación Docente ID 2013/080: “Una nueva herramienta didáctica para el estudio de las sociedades árabes modernas y contemporáneas: el estudio del cine árabe”, basado en una parte de nuestros fondos documentales, le invitamos a compartirlo, junto con la colaboración de Virginia Vázquez.


Ya se ha mencionado en entradas anteriores que el monopolio del cine árabe ha estado en manos de Egipto, a pesar de que llegó al mismo tiempo a todos los países de Oriente Medio. Aunque casi todos los países de la zona experimentaron cierto desarrollo cinematográfico, hay que destacar las producciones de los cuatro que lideraron los movimientos de renovación cinematográfica a partir de los años 70: Siria, Líbano, Palestina e Irak.

Del resto de los países del Mašreq poco puede decirse, ya que en algunos apenas existe industria cinematográfica y los que han producido películas lo han hecho de forma tardía. Arabia Saudí tuvo prohibido el visionado público de películas hasta que en 1965 se introdujo la televisión; existían salas reservadas solo para los extranjeros residentes en el país hasta que el nuevo medio de comunicación influyó en la apertura de instalaciones también para los saudíes. En Kuwait surgió en 1971 un talento llamado Khaled es-Sedik que rodó El mar cruel, en la que se muestran las condiciones de vida de sus conciudadanos antes del descubrimiento del petróleo.

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Siria SIRIA

En 1963 se fundó la Organización General del Cine que produjo su primer largometraje tres años después, con Nabil al-Maleh, quien se había formado en Praga y regresó a Siria para hacer de documentalista. Aunque los directores tuvieron algunos problemas con la censura, fueron muchos los que viajaron al país para realizar algunos de sus mejores trabajos, como Los engañados, de Tawfiq Salah (1972) o Kafr Qassem, de Burhan Alawiya (1974).

The_Massacre_of_Kafr_Kassem-192422640-largeLa década de los 80 fue la época de esplendor para el cine sirio. Los productores que destacaron fueron Mohamed Malass, Samir Zikra y Usama Mohammed. Este último ha seguido realizando películas hasta la actualidad, aunque siempre contando, como el resto de cineastas, con la financiación extranjera.

Muchos directores modernos han recurrido a temáticas políticas o sociales, de clara influencia soviética, lo que hizo que el público no comprendiera su simbolismo ni las alegorías políticas que se planteaban.[1] Esta nueva forma de hacer cine recibió las críticas de los espectadores y en cierto modo también de una parte del cine sirio. Por eso Mayar al- Rumi lo denunció en su documental Un cine sin palabras (2005).

El cine se introdujo en Siria en 1908 presentando particularidades turcas, debido a la pertenencia de la región al Imperio Turco-Otomano. Al igual que en Egipto, fue el dueño de un café quien apoyó la industria cinematográfica mediante la organización de sesiones regulares en su local. Pocos años después se abrieron varias salas de exhibición que proyectaban películas alemanas y, tras la victoria de los aliados, también películas francesas y americanas, ya que aún no se daban las condiciones propicias para que se iniciara la producción local.

La primera película rodada en el país fue El acusado inocente, producida en 1928 por Ayoub Badri, y hasta la II Guerra Mundial no se produjeron más que otros dos filmes mudos, a pesar de que ya se había introducido el cine sonoro.

Tras la guerra, el panorama del cine sirio cambió por completo gracias al dinero que consiguieron amasar algunos comerciantes sirios y a que ya se sabía que el séptimo arte reportaba grandes beneficios. Se construyó entonces un vasto estudio en Beirut equipado con el material más moderno, del que se apropió el Studio Moderne, una sociedad libanesa. En Alepo también se creó una sociedad que produjo una película en Egipto con el cineasta Niazi Mustafa. Finalmente, a pesar de los intentos por desarrollar esta industria, diversas dificultades  impidieron su continuidad (Sadoul, 1966 :102).

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Líbano LÍBANO

Giordano Bidush (o Pidutti) dirigió Las aventuras de Elías Mabruk en 1929, tras la cual, la industria se paralizó hasta los años 50, cuando comenzaron a multiplicarse los estudios cinematográficos.

Al principio el cine libanés se inclinó por las viejas fórmulas del cine egipcio, destacando éxitos como Un saludo al amor de Mohammed Salam (1962), pero debido al sector documental, el cine del país experimentó un cambio que lo renovó por completo y le llevó a su momento de mayor esplendor, lo que atrajo a productores egipcios como Youssef Chahine, que buscaban una mejora en las condiciones laborales. Esto provocó la aparición de una nueva generación de cineastas que se habían formado en el extranjero. Entre los años 1959 y 1960 se invirtió un capital considerable en la industria cinematográfica para construir y equipar nuevos estudios, entre los cuales cabe destacar el que surgió con el nacimiento de la televisión nacional. Esta fuerte inversión permitió que en 1963 se alcanzara la producción de más de diez filmes anuales. Los géneros más desarrollados fueron los melodramas y las comedias musicales, protagonizados por los artistas más famosos y destacados de entonces.

En 1975 estalló la guerra que se convirtió, junto con el conflicto palestino, en el tema más recurrente de la época, incluso durante la posguerra. De ese periodo destacan Jocelyn Saab, Jean Chamoun y Randal Sahhal Sabbagh. Sin embargo, la figura clave del cine libanés sería Burhan Alawiya, que produjo Kafr Qassem, la película más emblemática de la causa palestina durante mucho tiempo.

Cuando la guerra finalizó surgió un grupo de vanguardia conformado por varios jóvenes directores y artistas que “han desarrollado un innovador, vibrante e independiente movimiento artístico y cinematográfico” (Shafik, 2013). El mayor exponente del cine independiente libanés fue Mohammed Soueif quien realizó una serie de vídeos y filmes transgresores que abrieron el camino a otras producciones, como Cine al-Fouad (1994), en el que se retrata a un travesti libanés.

En la última década el cine libanés ha experimentado nuevas transformaciones hacia un cine más comercial desde el punto de vista de la producción y el género, lideradas por Nadine Labaki y su película Caramel (2007),

Tráiler de ¿Y ahora dónde vamos? (2011), de Nadine Labaki

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Palestina PALESTINA

En los estudios sobre el cine árabe poco se menciona sobre la experiencia del cine palestino [2], quizás porque se ha visto supeditado a las circunstancias históricas vividas por el país desde 1948. Pero su historia ha condicionado los temas desarrollados en el cine de diversos países.

No existen largometrajes realizados en este país, aunque desde 1968 grupos como al-Fatah o el Frente de Liberación de Palestina realizaron una serie de cortos propagandísticos. En 1972 surgió la Asociación de Cine Palestino, que pretendía aglutinar a los realizadores de todos los grupos para que trabajaran en favor de la causa palestina.

Actualmente ha aparecido una nueva generación de directores como Elia Suleiman, Tawfiq Abu Wael o Hani Abu Asaad, aunque depende de productores, técnicos e infraestructuras israelíes. Si inicialmente el cine palestino partía como una iniciativa anticolonial, estos nuevos directores que, en su mayoría, han nacido en Israel o tienen otras nacionalidades, realizan películas con una noción “más inclusiva de las diferencias culturales y políticas” (Shafik, 2013). El primero en llevar a cabo un proyecto semejante fue Michel Khleifi quien alejó la filmografía palestina de la diáspora hacia la Palestina histórica. [3]

Tráiler de Omar (2013), de Hany Abu Assad.

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Irak IRAK

Era el único país de la región que contaba con una mínima infraestructura, lo que permitió rodar cuatro largometrajes entre 1946 y 1949. Pero la industria cinematográfica del país no tuvo un “cuerpo verdadero” hasta el año 1953, cuando se fundó la productora Duni al-Fann. La cinematografía iraquí se vio reforzada especialmente a partir de 1960 cuando el estado decidió participar en la industria con la creación de la Organización General de Cine y Teatro, si bien esa intervención no fue real hasta que el Partido Baaz alcanzó el poder en 1968. Algunos representantes del cine iraquí de esa época fueron Mohammed Chukry Yami, Kassem Hawal y Qays al-Zubaydi.

ahlaamEn la década de los 90 surgió el cine kurdo-iraquí[4], “anticolonial y nacionalista”, cuya primera producción fue Narjis, la esposa del Kurdistán, rodada por Yafar Ali en 1991. La situación de los directores de este subgénero del cine iraquí mejoró a partir del año 2004, pero cuando se produjo la invasión norteamericana se perdieron numerosas obras por los bombardeos. Entre los más recientes, destacan directores como Hinar Saleem, Masud Arif Salih, Husain Hassan Ali o Mohamed al-Daradji.


Notas:

[1] SHAFIK, Viola (2013), “El cine árabe actual: tendencias y retos”, en Revista Culturas. http://revistaculturas.org/el-cine-arabe-actual-tendencias-y-retos/

[2] Sobre el cine palestino, véase también http://cinepalestino.com/publicaciones/textos-traducidos/

[3] y [4]   Véase SHAFIK, Viola (2013), op. cit.

 

LAS DEMÁS ENTRADAS DE LA SERIE:

Cine en el Magreb (I): Argelia, Túnez y Marruecos

Cine árabe (II): Egipto

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Comentarios

2 comentarios en “Cine árabe (III): Siria, Líbano, Palestina e Irak

  1. Tuve la oportunidad de ver la película «Y ahora adónde vamos?, hace un abordaje crítico y divertido pero también conmovedor de asuntos sociales muy serios, como el machismo, la tolerancia religiosa, y la libertad de la mujer, en los que finalmente nos reencontramos hombres y mujeres cuando se trata de salir adelante juntos como familia, como comunidad y como sociedad: respetando la igualdad de las diferencias. Solo así se logrará que el Islam se adapte a los nuevos tiempos, sin perder su esencia espiritual.

    Publicado por Alvaro Paniagua | 29 de enero de 2015, 8:59 pm
    • Gracias por tu comentario, Álvaro, desde este blog coincidimos con ese espíritu de tolerancia y conciliación que también representaba Bertuchi en su dibujo Tolerancia, del post anterior. Muchos documentos, de diferente tipología, responden a lo que señalas.

      Publicado por biblioaecidmadrid | 30 de abril de 2015, 12:28 pm

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