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Biblioteca Hispánica

La Parisiana


Se cumplen 75 años de la creación de la Biblioteca Hispánica, aunque ahora con el pasar del tiempo se llama Biblioteca AECID. Todos los que trabajamos en ella nos sentimos muy orgullosos de estar en una vetusta institución que, gracias al esfuerzo de muchos, ha sobrevivido a pesar de los malos tiempos que corren para la cultura. Cuando nos hemos puesto a indagar sobre el nacimiento de nuestro ilustre establecimiento, han despertado recuerdos dormidos de un tiempo que quedó enterrado en el suelo de la Ciudad Universitaria. La documentación que hemos consultado para emplazar nuestro edificio en el momento de su construcción, a mediados de los años cuarenta del siglo XX, nos ha desvelado el pasado mundano, cultural y feliz del área en la que nos encontramos en la actualidad.

01 FARO AECID BIBLIOTECA

Biblioteca de la AECID unida al edificio ‘Palacio’ de la institución. Vista desde el Faro de Moncloa (nuestros días)

02 BIBLIOTECA AECID-SALA

Sala de lectura de la Biblioteca

Muchas mañanas, caminando por el paseo que va desde la Junta Municipal de la Moncloa hacia el edificio de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, por donde aún se ven los raíles del viejo tranvía de la Ciudad Universitaria, pienso en cuantos pies habrán hecho ese mismo recorrido. A menudo me viene a la cabeza esa imagen, evocando tiempos pasados, de gente de otra época que transparentes caminan cerca o delante de mi, con sus ropas diferentes, con sus ademanes lentos y con una gracia que desapareció con ellos en esta pequeña avenida que, hace algo más de un siglo, era parte de los bellos jardines del Parque del Oeste. Un reducto verde madrileño que todavía perdura, aunque muy recortado. Para hacernos una idea, en la última década del siglo XIX era el vertedero de basuras de todos los barrios colindantes, hasta que en 1893 se aprueba en el Ayuntamiento el proyecto de construcción de un parque en esos terrenos. Más adelante Alberto Aguilera, alcalde de Madrid en varias ocasiones entre 1901 y 1910, lo pone en marcha porque se empeña en “oxigenar” y embellecer las afueras de Madrid, siguiendo la tendencia de realizar mejoras urbanas de tipo más social. Por eso encarga al paisajista Celedonio Rodrigáñez que, respetando árboles centenarios y arroyos originarios, trace senderos y parterres por toda la superficie del antiguo Real Sitio de la Florida, una de las numerosas propiedades que la Corona poseía en los alrededores de la capital. En 1906, aunque sin terminar, ya se podía pasear por los jardines siguiendo los accidentes del terreno, con desniveles, praderas y altozanos.

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Camino a la Ciudad Universitaria sobre el puente de la A6. Faro de la Moncloa

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Raíles del tranvía en el camino a la Ciudad Universitaria

Sigo andando por el camino hacia el actual Faro de la Moncloa y nuestro edificio se asienta sobre una loma que se levanta a la derecha del sendero. A esas horas tempranas de la mañana transitan apresurados numerosos estudiantes que se dirigen a sus facultades de la Ciudad Universitaria. Pero en 1906 a esas horas estaba el parque silencioso. Eran las tardes las que llenaban ese camino de parejas lentas o de familias que sentadas en los bancos, vigilaban los juegos de remolinos de chiquillos gritando por los alrededores. Y en ese nuevo espacio tan de moda fue donde creció arquitectónicamente Parisiana.

05 LA PARISIANA 1

Madrid. Vista de Parisiana.  J. Lacoste (Archivo Regional de la Comunidad de Madrid)

El Madrid cateto del siglo XIX, ya estaba sacudiéndose el polvo y el olor a pueblo con la construcción a inicios del siglo XX de una avenida tan cosmopolita como la Gran Vía. Era el triunfo de la burguesía, cuya explicación sesgada del orden en las clases sociales por genética o por herencia, dejaba un resquicio a la piedad para aquellas “clases inferiores” que llenaban la capital de gran cantidad de pobres. Para ello, desde los gobiernos de Madrid se tendió a ensanchar las calles y a incorporar al núcleo urbano zonas verdes extensas, al estilo de Nueva York, con su Central Park o París, con el Bois de Boulogne y así hacer de la capital un lugar más salubre.

De París llegaba también el último grito en moda, en decoración y en general en la manera de vivir y de disfrutar de la vida regalada. Sobre todo para esa burguesía madrileña que podía permitirse el lujo de seguir las novedades parisinas. Y de más allá de los Pirineos llegó también la Sociedad Franco-Española de Grandes Hoteles y Viajes, con dinero fresco para invertir en establecimientos de lujo y hacer realidad en Madrid los sueños de muchos ciudadanos pudientes sin tener que desplazarse tan lejos. El concepto de elegancia y bienestar lo marcaban primero la familia real y en seguida el numeroso séquito de aristócratas que, todos los veranos les seguían hasta San Sebastián, buscando el alivio de un clima menos riguroso en los calores estivales. Los empresarios del país vecino vieron en la loma del Parque del Oeste, donde hoy está nuestra Biblioteca, el área ideal para construir un restaurante-casino de gran lujo al estilo donostiarra que tanto apreciaba la buena sociedad y a la altura de la opulencia que requerían los ricos de Madrid. Así nace la Parisiana.

06 LA PARISIANA 2

Madrid. Entrada de la Moncloa y Parisiana. J. Lacoste (Archivo Regional de la Comunidad de Madrid)

Hoy 1.1

En la actualidad, entrada a la Avenida de los Reyes Católicos desde la Carretera de La Coruña. Sobre el montículo: el Faro de Moncloa.

En 1905 la Sociedad adquirió el usufructo de 5000 metros cuadrados en este agradable sitio, construyendo en tiempo record un chalet modernista durante los primeros meses de 1906. Al café restaurante se le dotó de los adelantos más modernos y de comodidades inimaginables, recordando en gran medida al Pabellón Armenonville de Paris. Por analogía, probablemente, lo llamaron Parisiana. En el Boletín de Ferrocarriles, Industria y Seguros se hace referencia a esta construcción con las más entusiastas alabanzas diciendo que “tal establecimiento…estará dotado de excelentes servicios, contando con una esmerada cocina y una instalación que podrá competir con las más renombradas del extranjero, pudiendo por lo tanto, Madrid, envanecerse con razón de ella y obtener positivos beneficios, no solo de índole económica, sino hasta de higienización y salubridad, favoreciendo la expansión de la corte en una dirección de su radio, perfectamente orientada y brindándole allí comodidades y atractivos”. He aquí las ideas imperantes en las mentes del poder de la época. Una explicación acorde a la lógica de la burguesía madrileña.

La expectación que despertó el nuevo edificio y la prisa por su apertura se refleja en los periódicos del momento. Desde el otoño de 1906 aparecen noticias y anuncios sobre la inminente inauguración. Parecía que en diciembre de ese año estaría ya lista para celebrar por todo lo alto la Nochevieja. Pero se va posponiendo. En los primeros meses del año siguiente se anuncia que la próxima apertura sería en abril, hasta que por fin el sábado 25 de mayo de 1907 se abre de manera espectacular al público el flamante edificio y sus maravillosos jardines (exactamente donde hoy se encuentra nuestra Biblioteca). Su apertura se proclama a bombo y platillo en toda la prensa madrileña, donde un almuerzo costaba cinco pesetas y una comida siete. Una fortuna solo al alcance de los más pudientes. Todas las tardes de cinco a siete se servía té y desde la hora del almuerzo hasta el anochecer, una orquesta de “tzingaros” recién llegados del casino de Montecarlo ejecutaba un escogido repertorio.

14 MUNDOGRAFICO

La Parisiana es comparada con el famoso restaurant des Ambassadeurs de Paris. Instalaciones suntuosas, amplio comedor que hace las veces de sala de fiestas y espectáculos. El bar aparte, con ventanas diseñadas estilo Art Déco y ambiente modernista. Una galería soleada con vistas a los jardines era el comedor favorito de los románticos que no querían exponerse al bullicio y al “dejarse ver” obligatorio, quién sabe, quizá porque en este marco tan sereno se daban cita hombres que buscaban compañía inasequible a muchos bolsillos y cuya belleza iba pareja a su discreción. Un patio abierto hacía las veces de pista de baile en verano, patio de butacas para espectáculos de teatro y otras atracciones o simplemente terraza de recreo. Para que se pudiera disfrutar todo el año de tan agradable espacio la Parisiana disponía de un sistema innovador en España de calefacción a vapor en todas sus dependencias. Lujo a raudales. Los entendidos dicen que nada tenía que envidiar al famoso Gran Casino de San Sebastián, por lo que los madrileños lo único que podrían echar en falta sería la brisa del Cantábrico. Pero tenían el aire de la Moncloa, un par de grados más fresco que en el centro. Aire romántico según escribe Antonio Díaz-Cañabate en 1966 en la revista Blanco y Negro “con tantos adelantos como ha padecido y padece Madrid, ninguno ha sobrepasado el encanto de un lugar de esparcimiento como lo fue la Parisiana, enclavado en la entrada de la Moncloa, en paraje agreste y deleitoso, que participaba del aire romántico que era el aire de la Moncloa”.

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Vista Oeste de la Parisina, entre 1906 y 1914 J. Lacoste. Tarjeta postal. (Museo de Historia , Ayuntamiento de Madrid)

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Fachada de la AECID en nuestros días

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Detalle de la Biblioteca de la AECID en nuestros días

Efectivamente, desde su apertura en 1907 hasta su clausura en 1923, fue el lugar más representativo de la fastuosidad y el dinero. El “último grito” en moda. Del pelo largo recogido al corte rompedor a lo “garçon”. De las telas orientales importadas y de los magníficos sombreros femeninos. Para el té de las cinco enormes y floridos y para la noche reducidos, pero igual de favorecedores. Testigo de la evolución hacia arriba de los largos de las faldas hasta los locos años veinte y los bigotes poblados de los hombres y sus sombreros, hacia el look pinturero masculino de los felices años del charleston.

13 PARISIANA-Merienda

Parisiana, 1919

Los intelectuales también le dan mucha vida a los salones de la Parisiana. Pero fueron sobre todo en las veladas de teatro, como cuenta ABC en 1909, en ese recinto coqueto y recogido, donde las damas podían contemplarse de cerca y hacerse recíprocamente inventario de su indumentaria. Las actrices más famosas y los actores más reconocidos se daban cita allí al lado de aristócratas y frecuentemente la familia real. Unas veces formales para inaugurar o para presidir y otras como particulares, a divertirse como los demás. Allí se realizaban comidas de negocios o conmemorativas, exposiciones y galas benéficas, torneos y reuniones de intelectuales. Para que todo el mundo pudiera acceder sin problemas, había una línea regular de coches a partir de las tres de la tarde desde la Puerta del Sol hasta la misma entrada de la Parisiana, por cincuenta céntimos. Desde entonces, discurren años de alegre ir y venir de jocosos jóvenes y de familias enteras que iban a merendar a los salones y a las terrazas de la Parisiana. Las primeras orquestas de jazz, comenzaron a dejar sus ritmos en Madrid precisamente en este local de la “gente bien” madrileña.

El anuncio de un 25 de julio de 1914 dice así:

Hoy sábado y mañana domingo se celebrarán en el lindo recreo de la Moncloa grandes secciones de tarde con un escogido programa moral y culto. Habrá elevación de globos grotescos y otras atracciones. Por la noche, a las diez, con un programa selecto, funciones como de costumbre y principio de los interesantes matchs de luchas greco-romanas, en las que tomarán parte hermosas y notables luchadoras. Dado lo escogido y variado del programa y la envidiable temperatura que en Parisiana se disfruta, es de esperar una concurrencia extraordinaria.

15 ANUNCIO-Transporte Parisiana

Por esa época, todo apunta a que el sitio tiene ya fama de ofrecer espectáculos que atraían masivamente al público masculino. Esa puntualización de “programa moral y culto” debía querer “desmentir” los cotilleos. Aquí no solían actuar las “sicalípticas” porque sus canciones pícaras eran poco elegantes y solían actuar en locales de menor aforo. No obstante, las atracciones con mujeres como protagonistas en Parisiana, se daban especialmente en verano cuando más “Rodríguez” había. En agosto se sigue anunciando el éxito de las luchas greco-romanas femeninas cuyo precio era de una peseta con derecho a silla. Después de la función había lo que llamaban eufemísticamente “verbena galante” a la que asistían “hermosas artistas”. Es claramente un reclamo de señoritas de compañía a las que “conquistar” en la pista de baile. Eso sí, todo muy fino. Otras veces la publicidad es que además de nuevas atracciones, el restaurante “Parisiana donde se disfruta de una temperatura verdaderamente deliciosa, estará brillante y favorecido, como de costumbre, por el sexo bello”. En 1918 se desarrollaban los llamados “Quinto viernes de gran moda”. En el aristocrático parque la Moncloa, se daban cita artistas que eran las más famosas y aplaudidas del momento, de ahí lo de “gran moda”, como Gloria Gil del Rey cantante y bailarina en la cresta de la ola de esos años. También había, desde los inicios, juego de casino de mayor o menor envergadura. Por eso, en aquellos momentos en los que comienza a sentirse la crisis económica mundial derivada de los estragos de la Primera Guerra Mundial, en los teatros madrileños los empresarios se quejan a menudo de que las mesas de juego permiten contratar espectáculos teatrales a sus dueños, que otros no se podían permitir. Había malestar por esta competencia desleal. En 1919 una queja nos muestra hasta qué punto las autoridades hacían la vista gorda con los empresarios de juego y también el floreciente negocio que suponía a juzgar por las ampliaciones del local: “las utilidades de Parisiana, en cinco meses, animan a su Empresa a edificar nuevos pabellones, con salas inmensas, donde instalará nada menos que la friolera de 16 mesas de juego…”

El mundillo intelectual, por su parte, no deja de reunirse desde los inicios en este bonito recinto, apropiado para hacer tertulias literarias y otras actividades de relevancia cultural. En 1919 hay noticias de un concurso de novelas organizado por el Club Parisiana y dotado con tres mil pesetas. Un dineral para esos tiempos con lo que hay base para pensar en la seriedad e importancia del premio. Las bases se podían solicitar tanto en el recinto como en la Secretaría del Círculo de Bellas Artes. Más allá del atractivo premio, realmente Parisiana fue un lugar de reunión de los intelectuales más importantes del momento. El 28 de enero de 1921 queda documentada una velada celebrada en el Salón de Espectáculos Parisiana para presentar el primer número de la revista “Ultra”. Se trata sobre todo de una reunión de poetas “ultraístas” movimiento nacido con la intención de romper con las pautas del modernismo que había dominado la poesía en lengua castellana desde el siglo XIX. Es curioso que también para algunos representantes de ese movimiento en 1907 el marco de la Parisiana había sido su favorito y cuyo estilo poético ahora tachaban de decadente los ultraístas.

La trascendencia de este acto en la Parisiana es extraordinario por varios motivos. En primer lugar porque acudieron poetas de la talla de Gerardo Diego y Jorge Luis Borges, entre otros y porque la reunión despertó una enorme expectación. No se discutía de un tema literario con tanto interés desde hacía mucho tiempo. Catorce poetas ultraístas se enfrentaron a los comentarios hostiles y la descalificación que les lanzaron otros poetas destacados como Joaquín Dicenta o José Llovet. En la revista literaria “El Retablo” se hace alusión a esa velada diciendo que “la fiesta de los jóvenes ultraístas nos defraudó por falta de juventud y de ultraísmo. Hay más juventud, más audacia, más irreverencia, más perenne novedad en un artículo de Unamuno, que en todos los manifiestos, teorías estéticas y poemas de nuestros jóvenes ultraístas”. Sin embargo “El País” del 2 de febrero de 1921 se hace eco del bochinche que se organizó. Amablemente comienza asegurando que la velada fue muy animada y brillantísima, “los poemas de J. Rivas Panedas, Gerardo Diego y César A. Comet, despertaron una verdadera tempestad”. Los ultraístas increpaban al público enfurecido desde el escenario llamándolos fracasados. “La velada de Parisiana ha tenido resonancia y Mauricio Bacarisse ha hecho bien en apadrinarla. Todo lo nuevo merece un aplauso”. En segundo lugar, es trascendente esa velada porque Jorge Luis Borges establece contacto con este grupo de poetas futuristas a través de un amigo mallorquín, Jacobo Sureda. La presencia de Borges en la velada hace más notable el acontecimiento y le da relevancia el hecho de que el propio autor la relata en una carta a Maurice Abramowicz. Gracias a esta conexión el ultraísmo se difunde en Argentina a través de él donde se crea formalmente un grupo con sus publicaciones “Prisma” y “Proa”. Además estos ultraístas transoceánicos introducen brillantemente el “criollismo” y la parodia.

17 ALFONSO XIII CIUDAD UNIVERSITARIA

Alfonso XIII inaugurando las obras de la Ciudad Universitaria el 1 de febrero de 1929 (Museo de Historia)

No sabemos con certeza qué sucedió para que la Parisiana cayera en desgracia y dejara de ser el sitio más chic de Madrid. Varios factores debieron concitarse para ello. Es probable que la alta sociedad se cansara del sitio y con la veleidad que caracteriza a la gente de dinero buscaran otros sitios nuevos donde reunirse. Así aparecen con mayor profusión los anuncios del Hotel Ritz, con la celebración de eventos que antes eran patrimonio de la Parisiana. La famosa canción de “las tardes del Ritz” es la constatación de que también allí iban los “pollos pera” a bailar con las señoritas de la buena sociedad. Otra de las causas de la desaparición de Parisiana debió tener que ver con los inicios de la construcción de la Ciudad Universitaria. Alfonso XIII había hecho suya la causa de hacer en Madrid un campus universitario al estilo de Oxford, Cambridge, Pensilvania o Boston, donde no solo hubiera facultades con sus aulas, sino también laboratorios, centros de investigación, colegios mayores e instalaciones deportivas para que el ambiente total dentro del perímetro universitario, fuera de alto nivel académico sin que nada perturbara la vida de estudiantes y docentes. Hay que tener en cuenta que la Universidad Central en Madrid situada en la calle San Bernardo, se había quedado pequeña y cada vez había más departamentos desperdigados por la ciudad. Claro está que el islote de jarana y esparcimiento que era la Parisiana no encajaba dentro de ese recinto. Pero allí estaba. De alguna forma la gerencia del establecimiento se vio presionada, si no directamente expropiada. Las tensiones que debieron registrarse se adivinan en la prensa de la época. Así en el ABC del 13 de mayo de 1922 publica un comunicado del gerente de la Sociedad Franco-Española de Hoteles, el Sr. Uría. Muy quejoso contradice la información aparecida en esos días en el periódico. Decía que no era cierto que los arrendatarios de los terrenos de Parisiana hubieran faltado a sus compromisos contraídos con el Estado. Esa empresa había cumplido con su obligación que no era otra que “edificar un restaurant para solaz del pueblo de Madrid, mediante un canon que se ha pagado religiosamente… a tono con los establecimientos similares de Europa”. Puede que el “tono” demasiado desenfadado y el “canon” menguado en esos tiempos en los que cada vez tributaban más los locales de ocio, como hemos visto antes con las protestas de los empresarios de teatro, fueran las razones que el Estado esgrimió para apagar las luces de la Parisiana. Lo cierto es que, en marzo y abril de 1923 los anuncios de las atracciones de Parisiana dirigen al público a la calle Tetuán 31. Se publicitan como “Nueva Parisiana”.

18 CIUDAD UNIVERSITARIA-Perspectiva ideal-1928

Perspectiva ideal de la Ciudad Universitaria, año 1928 (sacada del libro «La Ciudad Universitaria de Madrid: génesis y razón» de Pilar Chías Navarro, 1986)

Los ingenieros de Montes quisieron que su Escuela se ubicara en el edificio, por tener las instalaciones ya construidas y unos jardines estupendos para montar viveros y parcelas de experimentación y así se lo hicieron llegar al Ministro de Educación en abril de 1923 al poco de su clausura. No prosperó la propuesta. Durante unos años el chalet estuvo allí clausurado y vacío pero en pie, en medio de las obras de la Ciudad Universitaria de la Moncloa. En enero de 1924 la Gaceta publica un decreto en virtud del cual se cedía el usufructo gratuito de la casona al Instituto Príncipe de Asturias, dedicado al estudio y tratamiento de enfermedades cancerosas y a hospitalizar a enfermos de este mal sin recursos. “…Los terrenos que en la finca del Estado denominada La Moncloa, en esta corte, ocupa el chalet de Parisiana, con sus edificaciones y jardines, para que aquel Instituto pueda cumplir sus fines sociales y humanitarios”.

La revista Blanco y Negro el 15 de mayo de 1927, dedica un extenso artículo a detallar los avances de las obras de la Ciudad Universitaria. La Facultad de Medicina ya estaba terminada, instalado el nuevo hospital clínico y otras dependencias académicas como la Escuela de Ingenieros Agrónomos. Los nuevos pabellones del Cáncer se emplazan ya en Parisiana. No existen muchas noticias sobre el chalé, pero todo indica que uno de los pabellones era el Instituto Principe de Asturias, cuyo edificio fue una ampliación del original de Parisiana.

Plano 1 - Mural Intercambiador de Moncla

Plano con la localización de Parisiana (6) y el Asilo de San Bernardino (1) – Mural del Intercambiador de Moncloa, propiedad del Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria-.

Plano 2 - Mural Intercambiador de Moncloa

Plano con la localización del complejo del Instituto del Cáncer: con el Pabellón Eugenia Victoria de Oncología (10) y el Pabellón Parisiana ampliado o unido al Instituto Principe de Asturias- y a su derecha la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria (1), actual Pabellón de Gobierno – Mural del Intercambiador de Moncloa, propiedad del Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria-.

La Gaceta de Madrid, el 17 de abril de 1932, en su número 108 publica un decreto del Ministerio de la Gobernación, en cuyo punto 5 dice “Queda facultada la Dirección General de Sanidad para concertar con la Junta Constructora de la Ciudad Universitaria el derribo, reforma o reconstrucción del pabellón denominado Parisiana”. Así mismo en el ABC del 2 de mayo de 1934 aparece una carta del Dr. Noguera en la que, entre otras reivindicaciones, señala “…no podíamos permanecer silenciosos ante el desmoronamiento del Instituto del Cáncer, donde se han llegado a perder o destruir sus mejores edificios”. Es de suponer que entre los pabellones derruidos estaba la antigua Parisiana, ya que el mencionado decreto daba luz verde a su demolición. En cualquier caso, desde 1936, esa cruel devastación que la Guerra Civil trajo a Madrid la sufrió con mayor ensañamiento la Ciudad Universitaria.

Parisiana-Asilo Sta Cristina p.167

Restos del Instituto del Cáncer. Fuente: «La Guerra Civil en la Ciudad Universitaria», Fernando Calvo González-Regueral (2012), p. 167.

Las imágenes de las ruinas tétricas que quedaron fantasmagóricamente en peligroso equilibrio al terminar la lucha en 1939, ya no dejan ver ni siquiera los vestigios de aquel precioso chalet que en su día iluminó las noches de la Moncloa con un brillo espectacular. Qué poco imaginan los estudiantes que en masa hacen botellón los viernes por la noche en las lomas de alrededor del Faro de la Moncloa, que esa hierba en la que se sientan lleva aún el aroma de los perfumes caros de damas con trajes magníficos y de caballeros elegantes. Que sus risas y la música aún se pueden escuchar en el aire romántico de la Moncloa si se aguza el oído, cerrando los ojos y abandonándonos al sueño de las “folies” de antaño. Nos alegra que nuestra Biblioteca todavía recuerde que estamos hoy en los antiguos jardines de Parisiana para perpetuar sus espléndidas veladas culturales y sí, guardamos como un tesoro todo lo que hay publicado de Borges, sobre todo su obra poética que tanta polvareda levantó en sus salones.

La Parisiana y Asilo de Santa Cristina - Mural Intercambiador de Moncloa

Asilo de Santa Cristina y Parisiana, desde el Parque del Oeste (Fuente: Mural del Intercambiador de Moncloa, propiedad del Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria)


Escucha la conferencia que J.L. Borges dictó sobre literatura fantástica en el Instituto de Cultura Hispánica (1 de febrero de 1963) 

Pincha sobre la imagen para escuchar a Borges

Nueva primicia sonora disponible en la Biblioteca Digital AECID (BIDA)


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Comentarios

15 comentarios en “La Parisiana

  1. Enhorabuena , estupendo artículo . Muy necesarias e imprescindibles estas instituciones culturales . Ojalá se den cuenta nuestros políticos y apuesten por la cultura.

    Publicado por Rosa Mª Castellanos | 12 de May de 2015, 11:40 pm
    • Muchas gracias Rosa Mª.
      A propósito de la cultura, el próximo jueves 21 de mayo inauguramos una muestra bibliográfica para conmemorar los 75 años de la biblioteca, y las actividades culturales ocupan un lugar preponderante, ya que así fue durante décadas, la institución organizó casi a diario todo tipo de eventos en sede y en los países americanos.

      Publicado por biblioaecidmadrid | 13 de May de 2015, 10:16 am
  2. Maravilloso artículo. Enhorabuena.

    Publicado por Luis Angel Garcia Melero | 13 de May de 2015, 8:50 am
  3. Fantástico artículo. Enhorabuena.

    Publicado por veoloquequiera | 13 de May de 2015, 7:28 pm
  4. Me ha encantado este artículo que nos da a conocer la historia de esa zona de Moncloa y de nuestra Biblioteca Hispánica e Islámica en especial. Ese barrio me trae recuerdos de mi infancia: vivíamos en los pabellones militares de la calle Francisco Lozano y mis padres nos llevaban al Parque del Oeste y a Rosales con mis hermanos pequeños. En la calle Isaac Peral había un hotelito que se llamaba Ciudad Jardín, creo, con cafetería al aire libre. También recuerdo la fábrica de productos de baño que se llamaba Gal, con unos olores muy fuertes, donde ahora está la cafetería Van Gogh. Y la hondonada en la Ciudad Universitaria…pero esa es otra historia.

    Publicado por Fernando de Ágreda | 13 de May de 2015, 10:56 pm
  5. ¡Impresionante trabajo!

    Me ha encantado lo documentadísimo que está. Es lo más completo que he leído hasta ahora sobre la Parisiana.

    Un saludo desde mi Madrid del alma,
    Mayrit

    Publicado por Mayrit | 14 de May de 2015, 8:04 pm
  6. Que artículo más interesante. La próxima vez que vaya a Madrid voy a dar un paseo por esa zona para sentir el ambiente de La Parisiana

    Publicado por Marianne Havsteen | 15 de May de 2015, 3:55 pm
  7. Muy interesante el artículo y muy bien documentado como no podías ser menos. Gracias.

    Publicado por Belén Pérez Lorenzo (@auconet) | 20 de May de 2015, 9:15 pm

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